martes, 24 de diciembre de 2013

Filosofeando, que es gerundio.

Después de tanto tiempo sin escribir, aquí me encuentro. Tal vez no por voluntad propia. ¿O sí? Y yo que sé. La verdad, pueden ocurrir tantas cosas en tan poco tiempo que se terminan olvidando. Las imagines, los sentimientos más importantes, los sueños, todo son restos de la vida. Tal vez ni eso. Tal vez sólo sombras de acciones. Menos aún. Sombras de recuerdos, espectros familiares. Cuánto se puede aprender y soñar en tan sólo unos días. Pero para poder seguir aprendiendo hay que olvidar. ¿Seremos también olvidados? Tal vez. Pero si das a la gente que te quiere una buena razón por la que ser recordado, seguirás a su lado. O no. eso no depende de nosotros. Es sólo tiempo, pensamientos, acciones y personas.

Fechas señaladas.

No sé para qué sirven. Motivos tontos para intentar demostrar tu éxito. Regalos, no los quiero. Si te importo dame esa razón para elegir otro momento. Palabras bonitas, prefiero recuerdos. Si de verdad piensas de mí lo que me dices, concédeme el honor de conocer tu pasado, y así comprender tu presente. Pero no me pongas excusas. Dime las cosas como las piensas, como las sientes. Señalamos fechas para justificar acciones, pero las acciones se justifican con sentimientos y pensamientos. Perdemos sinceridad al hablar de los sentimientos. Pero así vivimos, entre excusas y disculpas, entre odio y envidia, entre cariño y amor, entre cada rincón de mentes no correspondidas. Somos sueños colectivos que el tiempo no cambia.

Qué fácil es criticar cuando nadie te conoce.

Cuando eres un anónimo, cuando ni te interesa la vida de los demás ni a los demás la tuya, y cuando todo esto te es indiferente o simplemente una circunstancia más, te sientes poderoso para poder criticar. Pero no criticar con argumentos, simplemente juzgar, hundir, machacar, superar a la primera persona que se te ponga por delante. Agredir es el objetivo, y te encanta, te hace sentir vivo. Y los demás actúan como si tus críticas no les doliesen, como si no importasen porque bueno, es sólo un anónimo cuya vida no me interesa. Pero al final estallan de las misma forma. Siendo un anónimo que critica.

Es cosa de arquitectura imaginaria.

No existe ese maravilloso botón de pausa del que todos hablan. No puedo decidir parar las cosas cuando a mí me dé la gana. Puedo tomármelo con calma, pensarlo y analizarlo, pero el mando a distancia universal sólo es para la televisión. No puedo evitar darle vueltas a mis sueños de esta noche en mi cabeza, ni dejar de pensar en el "¿y si hubiera hecho otra cosa en ese momento?". Muchas veces al día se me pasa por la mente la idea de abandonar y empezar de nuevo, pero ese ya es un truco que he utilizado demasiado. Puedo inventarme personajes, vidas, sentimientos, puedo intentar que parezcan reales, para creérmelos y que se los crean. Los cuentos de hadas, con ponis, unicornios, purpurina y florecitas son geniales, pero vivir todo el tiempo en ellos es completamente imposible. Sólo quiero dormir, soñar algo nuevo, y despertarme sabiendo responder por lo menos a una de mis preguntas. Porque yo sola no me siento capaz. Hay días en los que casi no me tengo en pie. Y, sinceramente, no se si podré aguantar también el peso de tu bienestar sobre mí. No sé si juntos podremos. Por ahora, me queda creer en ello.