lunes, 6 de enero de 2014

Tiemblas como la primera vez.

Cuando eres adolescente crees haber encontrado al amor de tu vida, ese con quién aprendes a besar, aprendes a querer, a valorar, a reír, a llorar, aprendes a amar, aprendes tantas cosas... Pero lo malo es cuando tienes que aprender a olvidar. Todo iba tan bien, y de pronto, por una u otra razón, tu corazón está en pedazos, tienes dieciséis y ya conoces el dolor, la decepción y la desilusión. Lo que creíste que iba a ser la mejor etapa de tu vida se convierte en un tormento, a esa persona que antes amabas, ahora crees odiarla. ¿Qué ha pasado? Las mariposas se volvieron dolor de estómago, las sonrisas se vuelven lágrimas y los mensajes de buenas noches se convierten en insomnios. No estás sola, pero no ves a nadie contigo, a la única persona que quieres ahí contigo se ha ido, ya no está y no va a volver, te aferras al recuerdo y estás tan cegada que no te das cuenta de que nada va a servir. Pasan días, meses, y ahora ya eres capaz de fingir una sonrisa, de hacer como si nada pasara, pero sabes que en cuanto estés sola los recuerdos van a bombardearte y vas a terminar sin fuerzas, llorando en tu cama, abrazando el peluche que aún tiene su olor, contemplando esa primera foto juntos que guardabas debajo de la almohada y que ahora está rota en dos por un ataque de rabia. Maldices haberlo conocido, maldices cada momento juntos, cada sentimiento, cada mirada y cada mínima cosa que forma parte de su historia, lo maldices todo pero sabes que en el fondo nunca vas a dejar de amar cada pequeño detalle. Es una guerra entre tu mente y tu corazón, un día lo echas de menos y al otro lo amas, parece un ciclo sin fin, ¿no? ¿Y qué ha sido de él? ¿Cómo estará? ¿Con quién estará? ¿Te habrá olvidado ya? ¿Te recordará cada segundo como tú has hecho desde que se fue? Una y mil preguntas rondan por tu cabeza a cada momento, preguntas que no puedes responder, ni siquiera eres capaz de hablarle porque sabes que cualquier mínimo contacto te hará caer de nuevo. Pasa un año y su recuerdo sigue ahí, contigo, tus amigos saben tu dolor, tú sabes tu dolor y te niegas a seguir adelante. "Le voy a esperar, algún día va a volver", te repites una y  otra vez. Te lo has repetido durante tanto tiempo que ya te resulta fácil creértelo, pero algo dentro de ti te pide que no te des por vencida. Se han ido muchas oportunidades, muchos chicos que te ofrecen las cosas que cualquier chica de tu edad se morirían por tener, pero ellos no son él. Nadie es él. ¿Cómo harás para seguir adelante si en cada oportunidad que tienes buscas algo de él? Te niegas a escribir una nueva historia por esperar un "continuará" que tal vez nunca llegue. Pasa el tiempo y has crecido, has querido de nuevo, pero sabes que nunca vas a amar a alguien como le amaste a él. Te preguntas cómo hubiera sido si siguierais juntos, cuántos aniversarios habríais cumplido, cada detalle sigue en tu mente. No lo has olvidado, simplemente has aprendido a vivir sin él, pero un día, un día normal y corriente mientras caminas miras al frente y ahí está, después de tanto tiempo de no verlo. Los dos habéis crecido, pero lo reconocerías hasta a dos kilómetros de distancia, esa forma de caminar es inconfundible. Una revolución comienza dentro de ti. Él se gira, cruzáis miradas y te das cuenta que ninguno de tus esfuerzos de todo este tiempo ha valido la pena, porque estás temblando como la primera vez que lo viste. Toda su historia se resume en imágenes que pasan rápidamente por tu cabeza, y es ahí cuando sabes que nunca vas a poder olvidarlo.