jueves, 2 de julio de 2015

POEMA XV.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

508.

Hoy es uno de esos días en los que te encuentras sola, que aunque tengas a alguien ahí siempre para apoyarte, ayudarte y sacarte una sonrisa, te sientes sola. No sabes por qué te sientes así, por mucho que lo pienses. ¿Es por tus amigos? ¿Por él? Quién sabe. La verdad es que ahora mismo me gustaría poder sacar de nuevo esa sonrisa que yo solía tener siempre en la cara, me gustaría poder hacer reñir a mis amigos como hacía antes y poder reírnos recordando los mejores momentos juntos. Pero ya no me sale tan fácilmente esa sonrisa, ni se me ocurren cosas para hacerles reír, y tampoco tengo ganas de recordar los buenos momentos porque sólo me vienen a la cabeza los malos. Sólo pienso en aquellos días en los que lo pasé tan mal pensando en esa persona, quizá la persona que más he querido en la vida. Cada lágrima que cae de mis ojos es una pequeña parte de mí, de mi tristeza y lo que de verdad siento por dentro. 
He intentado que no se me note, pero he llegado a un punto en el que es imposible ocultar lo que siento. A veces, si no llega a ser por ellos, no sería capaz ni de reírme, de divertirme o hacer lo que mejor se nos da: ser felices. Pero ahora mismo nadie es capaz de hacerme feliz. Hay días en los que no sé si es mejor contárselo todo a mis amigos o simplemente callarme y esperar a que el tiempo lo arregle todo, o al menos a que me enseñe a vivir con ello. Quizá esté así por mi inseguridad, o quizá por las dudas que de vez en cuando vienen a mi cabeza. Pero, ¿por qué siempre me pasa eso? No sé, siempre la misma historia. Son dudas pasajeras, al igual que vienen, se van. Pero así día tras día, hasta que no puedes más y se lo acabas contando a la persona en que más confías, esperando una respuesta que te ayude. Sabes que esas personas casi siempre consiguen ayudarte, pero esta vez no es así. Cada cosa que veo, que escucho o que siento me recuerda a esos malos momentos. Cuando por fin pensé que era feliz, me equivoqué. Quizá esto sólo sea una mala racha, y quizá haya gente que piense que no tengo por qué estar así, porque tengo personas que me quieren, me ayudan y me hacen feliz. Pero no se puede evitar, es algo que cuando llega a lo más profundo de ti permanece ahí toda la vida, aunque a veces se esconda entre una alegría y otra, y siempre acaba apareciendo de nuevo. Quizá esto quiera decir que esté madurando, o que ya lo he hecho, pero si es así quiero seguir siendo una niña, la niña que he sido siempre, la que reía sin parar, la que siempre estaba feliz y nunca lloraba por esa persona. Porque no quiero tirar todos estos años de felicidad.

Keep moving forward.

Me he reído sólo para hacer creer a la gente que soy feliz. He llorado hasta que se me agotaron las lágrimas. He perdonando lo imperdonable. He tenido, tengo y tendré a las mejores personas cerca. He querido como nadie lo hará jamás. He conseguido fuerzas de donde no las había. He hecho reír a la gente con mil tonterías. He tenido el valor de construir un futuro que nunca se cumplirá. Me he comportado como una cría para que vieran que todavía soy un poco infantil por dentro. He sido el hombro de apoyo para aquellos que se han derrumbado. He llamado por teléfono sólo para oír cierta voz. Me he hecho la sorda para no oír lo que no quería escuchar. También la ciega, para no ver lo que dolía. He conocido al primer amor. He tenido enfrente al desamor. He tenido el valor de decir lo que pienso. Me he tragado mi orgullo para no perder a personas importantes. Me he guardado algunas lágrimas para hacer creer que soy fuerte. He sentido la mirada de mucha gente en mi espalda. He visto cómo me señalaban. Y hoy, he sido capaz de levantarme, mirar al frente y seguir siempre adelante.