domingo, 21 de junio de 2015

Y, de repente, lo recuerdas.

Te aburres. Empiezas a mirar chats. Vas bajando, bajando, y de repente te paras. Ahí está su conversación. ¿Qué haces? ¿La miras, sigues bajando? No, no puedes. Empiezas a recordar y los recuerdos te superan. Abres el chat y ves su último 'adiós'. Recuerdas el momento en que te lo dijo y cómo caían las lágrimas de tus ojos y haces lo imposible por retenerlas ahora. Empiezas a subir la conversación, a recordar momentos, todo lo que te decía y todas las sonrisas que te sacaba. Lees todos sus 'buenos días' y sus 'buenas noches', aquellos testamentos que te encantaban. Sonríes, pero de pronto él está en línea y tu cerebro empieza a funcionar. Esperas, esperas... Y sigues esperando. Nada, no llega ningún mensaje y ese 'en línea' no cambia a un 'escribiendo'. Te preguntas qué pasa y, de repente, lo recuerdas. Aquella conversación que estabas leyendo es de hace mucho, ahora sus 'buenos días' no son para ti, ni sus 'buenas noches' ni sus 'escribiendo'. Y lo recuerdas, ya no eres tú, ahora es otra persona.