sábado, 22 de diciembre de 2012

-Te quiero.

Acostada en la cama, sentí un pequeño cosquilleo que recorría toda mi espalda… Abrí los ojos y acto seguido sin apenas moverme miré por la ventana, ya era de día. Sentí como me daban besos en la nuca y en ese momento me giré y sonreí. Era él, la persona a la que amo, estaba allí, abrazándome, haciéndome sentir totalmente segura. Tuve la necesidad de mover mis brazos y colocarlos alrededor de su cuello, para darle ese beso de buenos días con el que todos hemos soñado alguna vez. Tras el beso, el me miró fijamente a los ojos y mi vista temblaba de desconcierto, pero él dándose cuenta actuó rápido y me dijo:
-Te quiero.